miércoles, 18 de noviembre de 2009

Destrucción ambiental vs Desarrollo sustentable

El concepto de desarrollo sustentable emergió originalmente del ámbito académico hace dos décadas, cuando se comenzó a plantear que el crecimiento económico, la protección de los recursos naturales y la justicia social no tienen por qué estar en conflicto, sino que deben ser complementarios.


Un medio ambiente sano provee a la economía de los recursos naturales esenciales. Por su parte, una economía próspera permite que la sociedad invierta en la protección del medio ambiente y que evite injusticias tales como la extrema pobreza. Y con justicia se promueve la libertad de oportunidades y la participación política, asegurando, por ejemplo, que los recursos naturales estén controlados y los ingresos económicos estén bien asignados. Las sociedades que no han hecho caso de estas conexiones han sufrido. Considere lo sucedido en Isla de Pascua, donde el inadecuado uso de los bosques accionó un espiral de dificultades económicas que condujeron a un eventual colapso de su civilización.



Sin embargo, últimamente algo ha estado mal. Porque el concepto se ha distorsionado de acuerdo a los intereses de diversos grupos específicos, tales como los defensores de los derechos humanos, las grandes compañías químicas, las naciones pequeñas y los operadores de plantas de energía atómica, que se han unido a la noción de moda para derribarla sólo en beneficio de sus propósitos. En vez de complementar la naturaleza, la economía y la justicia social, se ha logrado lo contrario. Particularmente negativa han sido las cumbres realizadas por la ONU de donde se han elaborado documentos y políticas incoherentes. Hoy el concepto de desarrollo sustentable rebota hacia todos lados.


Este deterioro, probablemente, era inevitable. El desarrollo sustentable se ha convertido en una careta para la inacción y una celda para los recursos, transformándose en una oportunidad perdida. Por eso, si el concepto recupera su significado original, podría convertirse en una poderosa guía para los gobiernos, las empresas y las organizaciones no gubernamentales. Pero para ello hay que volver a calibrar su objetivo, de modo que pueda señalar confiablemente cuál es la dirección a seguir.

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